En la edición Nº 2 de LinfomasArgentina Informa, mencionamos algunos de los tratamientos disponibles una vez que se diagnostica la enfermedad. En este número nos concentraremos en dos opciones de tratamiento: los anticuerpos monoclonales y el trasplante de progenitores hematopoyéticos, recordándoles como siempre la importancia de la consulta al médico, quien será el que elegirá el tratamiento adecuado para cada paciente. Anticuerpos monoclonales Una solución de futuro Actualmente están apareciendo nuevos tratamientos que utilizan sustancias producidas por el propio organismo o similares a ellas, pero fabricadas en un laboratorio. Las más utilizadas ya en el tratamiento de los linfomas son los anticuerpos monoclonales. El rituximab (anti-CD20) es el anticuerpo monoclonal más utilizado. E anticuerpo monoclonal antiCD 20, es un anticuerpo humano con regiones variables, aislado de un anticuerpo monoclonal aniCD 20 murino z se une con alta afinidad a las células CD 20 positivo. El Cd 20 se expresa en las células B normales, en la mayoría de las células malignas de linfomas de células B. El modo de acción del anticuerpo monoclonal comprende la destrucción de las células B undamentalmente las malignas con poca afectación de las células B. El descubrimiento de los anticuerpos monoclonales supone un gran avance porque los mismos se fijan selectivamente a la célula tumoral y han sido utilizados durante los últimos veinte años para el estudio del proceso tumoral. De esta manera, las células del linfoma pueden ser destruidas con escasa toxicidad sobre las células normales. La administración se hace por vía intravenosa y se realiza en un hospital de día. Esta terapia a menudo puede combinarse con la quimioterapia. Y la suma de los efectos de esta combinación es de gran eficacia. La utilización de la terapia con anticuerpos monoclonales supone un avance en la lucha contra los linfomas. Después de muchos años de ensayos clínicos, los investigadores están convencidos de que los anticuerpos monoclonales pueden ser de gran utilidad para el tratamiento de algunos tipos de cáncer. Un ejemplo es el caso de anticuerpos que son utilizados en el tratamiento de los linfomas no Hodgkin y en algunos tumores de mama. Trasplante de progenitores hematopoyéticos Para proteger las células sanas En muchos de los linfomas de crecimiento rápido y en algunos de los clasificados como indolentes, se puede plantear llevar a cabo un tratamiento intensivo con quimioterapia y, tras una remisión, proceder a un trasplante de células madres procedentes de la médula ósea o de la propia sangre del paciente. Es lo que se conoce como trasplante autogénico o autólogo de progenitores hematopoyéticos. Para realizarlo es necesario ingresar y pasar un tiempo en el hospital: alrededor de un mes. En otros casos, se procede a un trasplante de células madres de un donante externo. Es lo que se denomina trasplante alogénico de progenitores hematopoyéticos. El donante, en el caso de los linfomas, es habitualmente un familiar del paciente. Excepcionalmente, puede buscarse también un donante emparentado compatible. El objetivo fundamental del tratamiento en este caso, es conseguir la remisión total del tumor a base de aplicar dosis elevadas de quimioterapia, seguidas de un trasplante que proporciona una renovada población de células sanas. En primer lugar, se consiguen las células madres por extracción sanguínea. A continuación, se procede a su centrifugado. Este material se congela y, posteriormente, se administra de nuevo por vía intravenosa (como un suero). Las indicaciones más importantes del autotrasplante son las leucemias (leucemia aguda mieloblástica, leucemia aguda linfoblástica), los linfomas no Hodgkin, la enfermedad de Hodgkin, mieloma múltiple y ciertos tumores sólidos. La reinfusión de células madres se realiza a través de un catéter colocado en una vena y se realiza generalmente cuando la enfermedad ha logrado su remisión. Es importante aclarar que un trasplante sólo se practica cuando el tratamiento con quimioterapia ya ha dado buenos resultados. |