El examen físico muestra una hinchazón del bazo y, en etapas posteriores de la enfermedad, también puede mostrar un agrandamiento del hígado.
Los exámenes que se pueden hacer abarcan:
CSC (conteo sanguíneo completo) con frotis de sangre
Pruebas genéticas
Un análisis de la sangre muestra glóbulos rojos en forma de lágrimas. Generalmente, se necesita una biopsia de médula ósea para hacer el diagnóstico y descartar otras causas de los síntomas.
Tratamiento
En el pasado, el tratamiento de la mielofibrosis ha dependido de los síntomas y del grado de los bajos conteos sanguíneos.
En personas jóvenes, los trasplantes de médula ósea o de células madre parecen mejorar el pronóstico y pueden curar la enfermedad. Una remisión a largo plazo (5 años) es posible para algunos pacientes con trasplante de médula ósea. Dicho tratamiento se debe contemplar para pacientes más jóvenes y algunos otros.
Otros tratamientos pueden implicar:
Transfusiones de sangre y medicamentos para corregir la anemia
Radioterapia y quimioterapia
Medicamentos dirigidos a una mutación genética ligada a esta enfermedad, si está presente
Esplenectomía (extirpación del bazo) si la hinchazón ocasiona síntomas o para ayudar con la anemia