Los SMD son una forma de cáncer que afecta a las células madre hematopoyéticas de la médula ósea.
Los SMD constituyen un conjunto de patologías malignas de la médula ósea caracterizadas por insuficiencia medular y un elevado riesgo de progresión a leucemia. Representan una hemopatía clonal de las células primitivas de algún linaje de la serie mielocítica generalmente, aunque en ocasiones surgen también de linajes linfocíticos, y surgen con la transformación maligna de una sola de estas células (de ahí la denominación «clonal»).
Además de esta transformación maligna de las células madre hematopoyéticas, considerada como el acontecimiento fisiopatológico (de producción de enfermedad) más relevante, la variedad de presentaciones clínicas y de pronóstico entre los casos de SMD hace que se hayan propuesto otros mecanismos fisiopatológicos. En algunos casos aparecen características biológicas y clínicas de otro grupo de enfermedades asociadas a un ataque inmune contra el proceso hematopoyético de intensidad suficiente para desbaratarlo.
También se han descrito anomalías estructurales de la médula ósea que impiden el correcto alojamiento y las condiciones adecuadas para la diferenciación y maduración de la progenie hematopoyética; alteraciones de los mecanismos que controlan la expresión de genes (epigenéticos); así como un número considerable de alteraciones genéticas cuya combinación se asocia a la producción de SMD.
El rasgo más característico de los SMD es un incremento anormal de la apoptosis (muerte celular) de las células progenitoras hematopoyéticas que se asocia a la aparición de citopenias en sangre circulante. Este rasgo citopénico diferencia claramente a los SMD de otros tipos de cáncer hematológico, como los trastornos mieloproliferativos o las leucemias propiamente dichas, los cuales se acompañan de proliferación desmesurada de las células malignas.
Las citopenias producen síntomas relacionados con el déficit en cuestión de células capacitadas; así la anemia se asocia con fatiga y debilidad, la trombocitopenia con la aparición de hematomas y hemorragias, y la leucocitopenia con la aparición de enfermedades infecciosas.
La presencia de anemia es muy característica de los SMD. Más del 80% de los pacientes presentan anemia en el momento del diagnóstico de un SMD, y hasta el 40% se hacen dependientes de transfusiones. Las transfusiones periódicas permiten suprimir los síntomas de fatiga y debilidad y permiten a los pacientes recuperar su actividad, pero conllevan otros inconvenientes, como el tiempo necesario para realizarlas, el riesgo de contagio de infecciones y, sobre todo la sobrecarga de hierro. Cada unidad de sangre contiene aproximadamente 200 mg de hierro.
El organismo humano no dispone de ninguna vía para eliminar el exceso de hierro y la toxicidad por sobrecarga de hierro puede causar daños a numerosos órganos y llegar incluso a causar la muerte. Por ello la dependencia de transfusiones reduce la calidad de vida y se asocia a un mayor riesgo de muerte.
Los tratamientos disponibles para los SMD incluyen el manejo adecuado de las transfusiones y la eliminación del exceso de hierro del organismo antes de que se produzcan daños asociados.
La LMA que evoluciona a partir de SMD es a menudo más resistente al tratamiento y presenta un peor pronóstico que cuando aparece de novo sin antecedentes de trastorno hematológico. La vigilancia y prevención de esta complicación es importante.
Los síndromes mielodisplásicos pueden ser primarios (de novo; aproximadamente el 80-90% de los casos), o secundarios (relacionados con el tratamiento y producidos tras la exposición a quimioterapia o radioterapia). |