Entrevista al Dr. Fernando Cabanillas
Recientemente visitó la Argentina el doctor Fernando Cabanillas - médico onco hematólogo, científico, investigador y profesor de la Universidad de Puerto Rico - como expositor en la Primera Reunión Científica de la Sociedad Argentina de Hematología. Especialista en linfomas, Cabanillas es actualmente Director Médico del Auxilio Mutuo Cáncer Center de San Juan, Puerto Rico, profesor del Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas y Director del Departamento de Linfoma y Mieloma de esta misma institución. Es además Editor y Director del periódico científico "Cancer Research" en los Estados Unidos, entre otras revistas científicas de prestigio mundial. Asimismo fue declarado "Best Doctor in America" y en el año 2002 fue elegido "Profesor del año del MD Anderson Cancer Center". Gracias a sus aportes como investigador y científico en el ámbito del cáncer, y en particular los linfomas, y junto a sus colaboradores, Cabanillas desarrolló los tratamientos de quimioterapia usados hoy comúnmente en pacientes con este tipo de cáncer. Fundamentalmente, contribuyó en la creación de nuevas drogas en los tratamientos de linfomas menos agresivos (indolentes) y sostiene que son curables.
En esta oportunidad, conversamos con el especialista acerca de cuáles son los avances en el tratamiento de la enfermedad, como así también sobre la importancia del entorno familiar y la información.
¿Cómo observa a la Argentina en el plano mundial de la lucha contra el linfoma?
La Argentina está en sintonía con el resto de los países centrales, ya sea a través de sus especialistas como a través de la participación de muchos de sus profesionales en los principales encuentros sobre este tema. En encuentros como, por ejemplo, esta reunión científica a la que yo he venido, se exponen las diferentes modalidades para el tratamiento contra el linfoma y los profesionales se actualizan e intercambian información.
¿Qué es lo que el paciente piensa cuando le diagnostican la enfermedad?
El paciente cuando recibe el diagnóstico de Linfoma Agresivo –que se hace mediante una biopsia ganglionar- piensa que es una descripción de cómo y cuánto evoluciona la enfermedad, cuando en realidad, lo que está recibiendo es el pronóstico de la misma. Gracias a este pronóstico, es posible determinar el tipo de tratamiento que puede hacer el médico para la curación de la enfermedad. Detectada a tiempo, actualmente tiene muchas chances de cura.
¿Cómo es el tratamiento para cada uno de los casos?
Para los linfomas agresivos el tratamiento estándar y que cuenta con el apoyo de la mayoría de los médicos de todo el mundo, consiste en una combinación de 5 drogas - una verdadera primera línea de combate contra la enfermedad que logra curar a los pacientes entre un 50 y 60 por ciento de los casos. En estos casos, “curar” significa que la enfermedad no aparece de nuevo. Por otra parte, a través de diferentes investigaciones, se ha descubierto que los linfomas agresivos son muy sensibles a la quimioterapia. Por ejemplo, en muchos casos, el mismo paciente que se ha detectado los ganglios, ve que en pocos días comienzan a desaparecer por la acción de la quimioterapia. Se sabe que el 95 por ciento de los pacientes que pasan los 3 años sin una recaída seguramente no van a recaer.
¿Cuáles son los avances que se han detectado en la lucha contra la enfermedad?
Desde mi experiencia de 30 años y habiendo utilizado diferentes esquemas de tratamientos a lo largo del tiempo, puedo afirmar que ha habido una mejoría sostenida y marcada en la lucha contra la enfermedad. Por ejemplo, se suele sostener que los linfomas no agresivos son incurables, pero la supervivencia ha aumentado de una forma dramática y fundamentalmente estamos viendo que a partir de los 7 u 8 años los pacientes dejan de recaer. Es decir, se sostenía que luego de los primeros siete años de la enfermedad se podían experimentar recaídas y se pensaba que esto era un patrón que se iba a mantener indefinidamente pasados estos siete años. Por el contrario, yo he descubierto que eso no es correcto, sino que esa regularidad se quiebra a partir de los 7 u 8 años de tratamiento, las recaídas desaparecen y los pacientes pueden estar curados sin evidencias de la enfermedad. Es decir que estamos hablando de supervivencia, más específicamente de supervivencia libre de enfermedad.
¿Cuál es el tratamiento a seguir para los pacientes con linfoma de bajo grado?
Hay varias formas de atender a estos pacientes. Existe lo que se llama la abstinencia terapéutica (conocida en Argentina como “observar y esperar”), que significa controlar al enfermo pero sin ningún tipo de tratamiento y esperar su evolución. Personalmente, nunca estuve de acuerdo con este camino porque está demostrado que en un término de 2 o 3 años desde que se recibe el diagnóstico de linfoma no agresivo, el paciente debe comenzar finalmente el tratamiento y entonces lo único que se logró es retrasar su recuperación.
¿Qué debe hacer la sociedad para que se tome conciencia de la enfermedad?
Un paso importante fue sin duda lo que se hizo el año pasado cuando se declaró el Día Internacional de la Lucha contra Linfoma. Se debe encarar un trabajo de concientización acerca de la enfermedad. Con respecto a esto, hay que hacer una distinción entre linfoma y otros tumores. Es más fácil concientizar acerca de otros tipos de cáncer, como por ejemplo el cáncer de mama, e incentivar a las mujeres a que se hagan exámenes ellas mismas o una mamografía una vez al año. Pero en el caso del linfoma, el problema es que no es igual que otros tumores ya que puede empezar en cualquier sitio del cuerpo y no hay ninguna prueba específica para detectarlo. De aquí la importancia de campañas que informen de qué se trata de la enfermedad y eduquen a la gente acerca de la misma.
¿Y el entorno del paciente cómo debe proceder?
Los amigos y familiares del paciente son fundamentales durante el tratamiento. Por lo pronto, el paciente debe estar lo más educado posible para que pueda combatir mejor la enfermedad y aceptar el tratamiento. Hay que contarle todo lo que sucede durante el tratamiento y explicarle que puede haber eventuales efectos secundarios, para que entienda mejor cada uno de los cambios que sufre su cuerpo.
Sin embargo esta enfermedad antes se la ocultaban al paciente…
Ese es un gran error porque el paciente siempre termina sospechando y si se entera que sus familiares y amigos, o incluso el médico, le ocultaron información, el proceso de curación y tratamiento se puede volver inviable. Además, es imposible encarar un tratamiento con quimioterapia y decirle al paciente que tiene una enfermedad benigna.
¿Qué otros profesionales participan en el tratamiento del linfoma? Además de los médicos, en nuestro caso en Puerto Rico, contamos con una educadora en salud que tiene el papel de explicarle al paciente todo lo referente al tratamiento y ofrecerle toda la información necesaria para encarar la enfermedad. Fundamentalmente, el rol que asume esta persona es la educación en la quimioterapia y la de brindar información sobre cada una de las drogas que se les va a dar y cuáles pueden ser los efectos secundario. Esto está pensado para que ninguna etapa del tratamiento tome por sorpresa al paciente. En muchos casos, también contamos con una psicóloga que atiende al entorno familiar y al paciente en todo lo relacionado a la contención emocional.
¿Cuáles son las etapas que atraviesa el paciente hasta lograr la curación?
El paciente atraviesa varias etapas. En un primer momento está presente la negación, en la que no acepta el cáncer. Luego, acepta el tratamiento, pero el comienzo de las terapias le genera una gran ansiedad porque lo vive con un verdadero miedo a lo desconocido. Una vez que el paciente toma contacto con las drogas y ya sabe qué esperar, se prepara de mejor manera para la segunda fase del tratamiento. Si el paciente no ha tenido una experiencia muy mala ligada a náuseas y vómitos, (es poco probable que se den estas malas experiencias gracias a las drogas actuales para combatir los efectos secundarios), siente que puede vencer a la enfermedad y cuando detecta que la quimioterapia da resultado, el entusiasmo juega a favor de la curación.
¿Se conocen las causas o el origen de la enfermedad?
En general, no. Hay muy pocos casos, que no llegan al 10 por ciento, donde la enfermedad puede ser hereditaria. Otros pacientes pueden contraer la enfermedad como consecuencia de efectos ambientales, por ejemplo, por haber estado en contacto con pesticidas y herbicidas. Otro dato para agregar, si bien no es una causa de la enfermedad, es que se sabe que el promedio de edad donde más casos de linfoma se han detectado es entre los 55 y 60 años. De todos modos, desafortunadamente esta es una enfermedad que ataca a todas las edades y sin distinción de sexo. Si bien las causas no se conocen aún, es cierto que cada vez conocemos más la enfermedad y entendemos mejor cuáles son los pronósticos que luego nos permiten comprender mejor cómo puede evolucionar el paciente. |