|
El testimonio de Mar?a Eugenia |
|
|
Invitamos a todos aquellos que nos quieran hacer llegar su testimonio como lo hizo Mar?a Eugenia a enviarnos un mail a info@linfomasargentina.org.
|
|
|
|
|
|
|
|
En el testimonio de María Eugenia encontramos, además de otra historia de superación y felicidad, la valoración de algo tan importante como es el sentido del humor para los momentos difíciles. Esto y la importancia de funcionar tanto paciente como su entorno -familia, amigos, compañeros y equipo médico en general- juntos y como motores del apoyo al otro es lo que tanto nos conmovió de su historia, y por eso, se la queremos contar.
|
|
|
|
|
|
Hola!
Mi nombre es María Eugenia, soy de Mercedes (B) y tengo 26 años. Quiero compartir mi historia para que les sirva a los que están enfermos para continuar la lucha, o para los que conocen a alguien que esté pasando por esta enfermedad puedan ayudarlo a continuar peleando.
Hace casi 4 años, había comenzado a trabajar como profesora en algunas escuelas de mi ciudad, y al llegar al mes de septiembre, comencé a sentirme agotada."Estoy con mucho trabajo", pensé. En ese momento comencé con tos, a estar algo resfriada y todas las noches me tenía que levantar a cambiarme de ropa, porque sudaba mucho. Pensaba que me había tomado un fuerte resfrío, pero después de dos semanas, la tos no se iba, y cada día me preguntaba qué podía tomar. Fui a consultar con mi tío, que es pediatra. Me revisó y me mandó a hacer unos análisis y una placa de tórax. En cuanto le llevé la placa, notó que había un ensanchamiento importante en el mediastino, me lo comunicó y me recomendó que fuera al hospital Italiano a hacer una tomografía. Imagínense lo que sentí, una preocupación muy grande, aunque no sabía qué podía llegar a ser lo que tenía, yo nunca había tenido ningún problema de salud. El resultado, una tumoración.
Ese 21 de septiembre de 2002, el día del resultado de la tomografía, parecía que se terminaba todo. Mi novio y yo, nos abrazamos muy fuerte, mi familia se puso toda a mi disposición. Nos fuimos esa misma semana al hospital Austral, en donde conocí a un excelente equipo de profesionales y de personas, encabezadas por el Dr. Gustavo Kusminski, que nos tranquilizaron mucho a mí, a mis padres y a mi novio, y al fin, luego de una biopsia y una punción supimos el nombre de nuestro "enemigo": Linfoma No-Hodgkin. Digo nuestro, porque lo que siguió no lo hubiera podido pasar de la forma que lo pasé si no hubiera tenido el apoyo incondicional de mi familia, mis padres, hermanos, mi novio, mis amigos, compañeros de trabajo, alumnos.
Mi primer miedo fue morirme, después de un tiempo, al averiguar un poco más sobre el linfoma, a preguntar y a comprender un poco más, me empecé a sentir más segura de que podía llegar a curarme. Igualmente, tuve algunos bajones, sobre todo cuando comencé a perder el cabello, es una sensación que no había imaginado, pero pensaba, si esto es para curarme, haré todo lo posible para pasarla lo mejor posible, entonces me hice gorritos, pañuelos, todos aportaban con algo. Y también empecé a reírme de muchas cosas relacionadas con la enfermedad, con la cabeza pelada, etc., algunos no entendían mi sentido del humor, pero yo sabía que con ponerme mal no ganaba nada, y además, mis motores (los que estaban a mi lado) no podían caerse, funcionábamos todos juntos, todos, con Dios a la cabeza, dándome fuerzas para seguir luchando los ocho meses de tratamiento.
Mis padres y mi novio me acompañaron a cada sesión de quimioterapia, junto con Daniel, mi enfermero del Austral, al que le debo el salir de cada quimio con una sonrisa. Mi mamá o mi papá viajaron conmigo cada uno de los días que me fui a hacer la radioterapia a capital, y mi novio, estudiante de medicina en aquel momento, me esperaba en el centro de radio a esperar esos minutos conmigo.
Por eso, cuando el 27 de junio de 2003 tuve el resultado de la tomografía que indicaba que habíamos destruido al enemigo, lloramos todos de alegría. Desde ese momento estoy en remisión, con controles cada ocho o diez meses aproximadamente.
Desde ese momento, agradezco haber tenido la suerte de conocer a los profesionales que me atendieron, al Dr. Kusminsky, a Daniel mi enfermero del Austral, de haber contado con el apoyo de mis padres, mi novio, mi tío el Dr. Gerardi, mi familia.
"Los fantasmas" de la enfermedad a veces aparecen, y más cerca de las fechas que tanto dolor causaron, pero gracias a lo que viví puedo decir que si me toca enfrentarla nuevamente, ya sé como luchar. Y creo que todos los que han pasado por una situación parecida a la mía pasan por un cambio importante en la vida, y lo más importante de todo, es poder dar testimonio para que éste ayude al resto de las personas que se encuentren en la misma lucha. Muchas gracias por este espacio para transmitir nuestros sentimientos.
María Eugenia
|
|
|
|
|
|
|
|
|