Invitamos a todos aquellos que nos quieran hacer llegar su testimonio como lo hizo Eduardo Aliverti a enviarnos un mail a info@linfomasargentina.org.
Para comenzar este ida y vuelta, compartimos con ustedes el testimonio del periodista Eduardo Aliverti, quien gentilmente nos cuenta su experiencia luego de haber tenido LNH.
Gracias Eduardo!
"Me fue detectado un linfoma no Hodgkin en 1999. Recibí tratamiento CHOP convencional, con sesión intermedia de rayos, durante seis meses, en el Instiuto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, dependiente de la Universidad de Buenos Aires.
Habiendo recibido el alta hacia septiembre de 2000, bien que prevenido sobre la posibilidad de recidiva, en diciembre de ese mismo año sufrí una recaída fortísima que a medidos de diciembre -con grave disfunción renal, entre otras alteraciones- me dejó con muy escasas esperanzas de recuperación. Tratado desde entonces en Fundaleu, un procedimiento de urgencia logró estabilizarme y a comienzos de 2001 comencé los preparativos para el autotrasplante de médula que se concretó el 26 de febrero. Y posteriormente fui sometido a cuatro sesiones de transfusión de anticuerpos monoclonales.
El resultado fue auténticamente espectacular. Mucho más teniendo en cuenta la gravedad del cuadro. Ahora me encuentro en etapa de remisión completa, a casi cuatro años del tratamiento, con controles convencionales de sangre cada 3 meses y una tomografía ya anual de control.
Se suele decir que no hay enfermedades, sino enfermos. En mi caso, supongo que el optimismo con que encaré al linfoma jugó un papel decisivo en la recuperación. A su vez, creo que el hecho de no haber recibido un tratamiento cruento potenció mi disposición. Aún hoy, en estos casos es dable imaginarse largos o contundentes padecimientos, afectaciones físicas colaterales y profundos períodos o momentos de depresión. No me ocurrió prácticamente nunca y pasé a considerar como clave la influencia psicológica. Tengo la plena seguridad de que ese elemento puede no ser condición suficiente para curarse, pero sí necesaria.
Horrorizado por el término “cáncer” cuando fui notificado, el primer médico que me diagnosticó me dijo, con formidable displicencia: “Hace ya mucho que ‘cáncer’ es nada más que una palabra”.