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El testimonio de Cristina Dallaglio
 
Invitamos a todos aquellos que nos quieran hacer llegar su testimonio como lo hizo Cristina Dallaglio a enviarnos un mail a info@linfomasargentina.org.
 
     
  ¡Muchísimas gracias Cristina por tus palabras!  
     
  "Querida gente:

Me encantó el relato de Sergio. Ahora va el mío.

Yo estoy recién "curada" de un linfoma No Hodgkin. Tengo 53 años, a principios de este año empecé a tener una tos que aparecía cada vez

que mi cuerpo no estaba totalmente vertical -no había ningún otro síntoma-.

Con RX determinaron que mi pulmón izquierdo estaba lleno de agua, y me punzaron para sacarla. No había nada -pus, células malignas-, nada, sólo líquido pleural. Entonces una tomografía reveló una imagen (de
13x8 cam) en el mediastino, justo tras el esternón -por eso los RX no la revelaban-, que empujaba al bronquio inferior y no le dejaba llegar aire. Por eso la pleura reaccionó llenándolo de líquido. Luego vino la biopsia, y me dijeron: "tuvo suerte, tiene un linfoma no Hodgkin! " ¿Qué suerte?, pensé, estos tipos me están gastando...

Allí comenzó el tratamiento, y mi lucha, acompañada por todos mis familiares, amigos y conocidos, que no dejaron de tirarme toda "buena onda". Mi médico de cabecera, el Dr. Dardo Riveros, dijo (hoy me doy cuenta cuánta razón tuvo) "el 50% de su tratamiento está en nuestras manos, el otro 50 en las suyas". Seguí todos sus consejos. Me dieron seis sesiones de quimioterapia (chop y anticuerpos monoclonales, para los entendidos, cada 21 días) y puse todas mis fuerzas para sobrellevarlas, me involucré en todo, no dejé de apreciar ningún detalle.

Afortunadamente, salía de la terapia como si nada, sólo comenzó a caérseme el pelo después de la tercer sesión, de a poco. Ya allí las imágenes revelaban la desaparición de mi linfoma.

Seguí haciendo todo lo que podía, con muchas energías, con toda la esperanza, siempre tratando de ver la mitad del vaso lleno. Contaba mi historia a todo el que quería oírla -ahora a ustedes- con el convencimiento que compartiéndola iba a resultarme una carga más liviana y quizás pudiera serle útil a alguien. Completé las seis sesiones, luego 20 de rayos -ya con peluca-, y hoy puedo decir que mi sangre está como antes de que todo esto sucediera. (GRACIAS a todo el personal de CEMIC, OSDE, familia, amigos, siguen...).

Mi cabeza, ya sin peluca, parece un kiwi. Estoy bastante rellena, comí para "tener todas las defensas" (y para bastante más).

Ahora, controles y vida normal. Y a aprovechar este gran aprendizaje de que nadie está exento de estas sorpresas, y que todos podemos luchar contra ellas si encontramos los profesionales adecuados para detectarlas y combatirlas. Y que la vida es un regalo que se recibe cada nuevo día.

Un gran cariño, si me necesitan para algo, pidan.

Saludos,

Cris"
 
     
     
 
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