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El testimonio de Virginia
 
Invitamos a todos aquellos que nos quieran hacer llegar su testimonio como lo hizo Virginia a enviarnos un mail a info@linfomasargentina.org.
 
     
   
     
  Me llamo Virginia, tengo 23 años y vivo en un hermoso lugar del sur argentino, Comodoro Rivadavia.

Era un 11 de junio del 2004 y visitaba a mi cuñada y sobrinitos. Coqueta como siempre, me probé una remera escotada... ¡y terrible sorpresa! Me mire al espejo y vi alrededor de mi cuello una serie de ganglios que parecían pelotitas de ping-pong. Inmediatamente concurrí a la guardia del Sanatorio La Española y el medico solicitó consulta con sus colegas, todo era un alboroto.

Escuchaba términos que nunca me hubiera imaginado. Lloré. Estaba asustadísima. Trataron con mucho tacto de calmarme, llegue a casa, se lo conté a papá, mi madre estaba ausente. Muy amable el doctor de guardia me llamó por teléfono diciéndome que una Dra. Especialista en Hematología y Hemoterapia me esperaría para realizar los estudios pertinentes. Al día siguiente, la Dra. María del Pilar Canigia palpó la zona afectada, tomó una muestra de uno de los ganglios y expresó: “Probablemente sea una enfermedad llamada HODGKIN, y si fuera así, tiene CURA”.

Mamá reaccionó abruptamente: “Doctora, ¿es cáncer? ¿una enfermedad terminal?. Y Pilar con la actitud que la caracteriza le respondió que no era el léxico apropiado para estos casos. Me extendió la orden para una biopsia ganglionar y me puso en manos de uno de los mejores cirujanos, el Dr. Pettinari.

Él nos atendió en su consultorio, conversó un largo rato conmigo sobre la enfermedad, y mamá ansiosa y angustiada le pregunto por qué no hubo indicios que anunciaran anomalías en su hija. Su respuesta fue clara y concisa: “No busquen las causas, no se echen culpas, la enfermedad así como vino, desaparecerá.”

La biopsia confirmó lo anunciado por Pilar. Nunca podremos olvidar cuando la vimos acercarse con una sonrisa diciendo ¡es Hodgkin! ¡Qué importante es para un enfermo estar en manos de profesionales que transmiten seguridad, te alienta y demuestran con sus actitudes y buen humor que también son humanos que sufren y se regocijan!

Y así comenzó mi lucha. Debía poner la fuerza y el coraje para enfrentar lo que venía. El diagnóstico y el tratamiento eran indicados por Pilar.

Viajamos a Buenos Aires para confirmarlo y conocimos a uno de los mejores especialistas en Hematología y Hemoterapia, el Dr. Eduardo Bullorsky, Jefe del Servicio del Hospital Británico. Confirmado el diagnóstico y el tratamiento, sus palabras fueron: “Virginia, si no te sometés al tratamiento la enfermedad te va a matar. Estás en manos de una buena profesional, decente y buena persona”.

El primer protocolo duro 9 meses, 12 quimioterapias, y 30 sesiones de rayos en CABIN (Centro de Aplicaciones Bionucleares), que es el segundo en Sudamérica por su complejidad e idoneidad de sus profesionales.

Corría el mes de marzo y los resultados de los rayos no demostraban la remisión total de la enfermedad… ¿y ahora que sucedería?

El 6 de junio de 2005 en Buenos Aires en la persona del Dr. Bullorsky encontramos la respuesta. Pilar me pidió que le manifestara que en nuestra ciudad no existía infraestructura adecuada para enfrentarme al segundo protocolo, así también lo comprobamos nosotros.

Pero eso no era todo, luego de examinarme y observar los estudios el doctor nos informó que me debía someter a 3 quimioterapias de rescate y si había quimio sensibilidad, el próximo paso sería el autotransplante de médula ósea.

Los tres nos quedamos atónitos. Mi papá nervioso preguntando si se trataba de una operación, mamá muda casi no respiraba, y yo acongojada con gruesos lagrimones que corrían por mi rostro.

Nos explicó lo necesario en esos momentos: extracción de células vía endovenosa, congelamiento de las mismas y el autrotrasplante. Regresamos y afines de agosto comencé con las quimio.

Fue una odisea, recorrí tres sanatorios porque no había camas y el personal, pese a su capacidad, no era suficiente, la salud colapsada, a eso se refería Pilar.

Finalizadas las 3 quimio y con sensibilidad me interné el 10 de noviembre en el Hospital Británico. Durante los dos primeros días extrajeron a través de un catéter colocado en mi pecho dos bolsitas de células, luego me informaron que dicho catéter sería eliminado y en su lugar entre los senos instalarían el otro que cumpliría la función de transferir altas dosis de quimioterapia. Luego, tras un día de descanso, la esperada salvación, el autrotrasplante (16/11/05).

Fue durísimo. Me preguntaba por qué hay que sufrir tanto para curarse. Los vómitos no cesaban, no podía pasar la medicación por boca, mi garganta dolía.

A mi lado mis padres con sus palabras de aliento y su intenso amor calmados por mis hermanos. Habían pasado 4 días.

Mis fuerzas disminuían, me estaba entregando. Las enfermeras de turno se acercaron a ambos lados de mi cama y dijeron que debía cambiar de actitud, que la médula no reaccionaba si yo me mantenía calma y superaba el momento.

Carolina, mi prima, mamá y papá observaban preocupados. Respiré profundamente. Reflexioné. Costó. Logré reponerme porque no debía “tirar a la borda” todo lo que había conseguido. El sol comenzó a brillar el noveno día cuando los resultados anunciaban que la medula respondía favorablemente.

Ese día lloré, bailé, canté y festejé. De allí en adelante, suspendida la medicación, dejando atrás la neutropenia, llegó el momento de tomar contacto con el mundo exterior.

El Dr. Bullorsky, manifestaba de tanto en tanto su alegría por la buena evolución, abrigando yo más esperanza por mi curación, anhelando que mis glóbulos blancos y plaquetas fueran aumentando para obtener de esta manera el alta provisorio, que se efectivizó el día 02/12/05 a tan solo 16 días de transplante.

Continuaron los controles, el día 27 contaba con 93.000 plaquetas, me extrajeron el catéter y pude estirarme como lo hacía habitualmente sintiendo un verdadero placer.

El día 16/12 cumpliendo con los treinta días me realizaron la biopsia medular. Regresamos al hospital el día lunes 19. Las plaquetas estaban en 120.000. Con una sonrisa y una palmadita en el hombro nos despidieron, diciendo que había sido un placer conocernos, que el próximo control sería a los seis meses y al año otra biopsia para verificar el estado de la médula.

El informe final citaba: excelente estado general. NACI DE NUEVO.

Es imposible terminar mi relato sin antes agradecer infinitamente a TODO EL EQUIPO DE HEMATOLOGIA Y HEMOTERAPIA, INFECTOLOGIA Y NUTRCION y a mi Dra. Pilar por su profesionalidad y calidez humana. Mencionar también a quienes estuvieron más cerca, Susana, Jimena, las Marías, Patricias, Angie, Meri, Coni. MIL GRACIAS A TODOS y todo mi AMOR.

Saludos .

Vicky
 
     
     
 
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